lunes, 19 de diciembre de 2016

sábado, 10 de diciembre de 2016



CONVENTO DE CAÑOS SANTOS Y SETENIL DE LAS BODEGAS  II



Continuamos con nuestro camino por la carretera A-384 y en la lejanía destaca la Iglesia parroquial de la Encarnación y el Castillo árabe de Olvera. Tomamos el desvio de Torre Alháquime para llegar a Setenil de las Bodegas.



Como consecuencia de las últimas lluvias nos encontramos que la ruta que vamos a realizar está demasiado embarrada y decidimos no realizarla, debido a que el terreno es un barrizal y no es el adecuado para la práctica del senderismo.


Seguimos directos para el pueblo de Setenil de las Bodegas, que se situa en el noroeste de la provincia de Cádiz, constituye una prolongación de la Depresión de Ronda, presentando un paisaje alomado, curvado y es conocido por su desfiladero.
 

Forma parte de la hermosa Ruta de los Pueblos Blancos de la Sierra de Cádiz y está declarado Conjunto Histórico por su patrimonio artístico y el entramado urbano de sus casas. Las casas de Setenil de las Bodegas están construidas a lo largo de un desfiladero con vistas al río Guadalporcún (conocido también como río Trejo), responsable de este espectacular paisaje de tajos.



Una vez que llegamos al pueblo desde el autobús vemos mucho movimiento. Recordemos que Setenil es uno de los principales destinos turísticos de la Sierra de Cádiz. El atasco de coches y autobuses en el puente es impresionante hasta que llega el municipal y ordena la circulación. Nos bajamos como podemos para no entorpecer mucho la circulación a la altura del hogar del jubilado y tendremos tiempo hasta las 16:30 para visitar Setenil de las Bodegas.

El pueblo está muy bien ambientado. En la entrada hay una verbena con precios populares donde se puede degustar platos de callos, arroz y migas. En las calles suenan villancicos y hay belenes en las casas-cueva montados por la cofradías del pueblo.




Lo primero que nos sorprende es el paisaje que ha creado el Guadalporcún a su paso por Setenil. Sus dos calles principales: la de las Cuevas del Sol y de la Sombra son obras de la naturaleza y de la mano del hombre. Vemos como las casas están unas bajo la roca y otras sobre ésta o en su interior. apareciendo cuevas, calles a diferentes alturas y numerosos rincones especiales. En Setenil las casas se han amoldado al terreno abrupto y han crecido desde las profundidades del desfiladero cortado por el río Trejo hacia arriba.




Subimos a la parte alta del pueblo y llegamos hasta la Plaza de Andalucía, donde se encuentra el Ayuntamiento y la antigua Casa Consistorial. Seguimos por unas escaleras junto a la Torre del Homenaje, que es junto al aljibe lo que se ha conservado del antiguo castillo nazarí medieval del siglo XIII. A pocos metros un impresionante mirador y la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación.





Desde el mirador, observamos como las calles descienden hacia el lecho del río. A un lado y a otro lado se alinean las fachadas encaladas de construcciones apoyadas o excavadas en las paredes de las rocas. 



Descendemos hasta el río y cogemos una calle que sube desde la calle de las Cuevas de Sol hasta el mirador de la ermita Nuestra Señora del Carmen, patrona del pueblo. El patrón se encuentra en la ermita de San Sebastián, en la periferia junto a la salida hacia Ronda.

  

Desde este mirador, al abrigo de la peña destaca la Iglesia de la Encarnación y los restos del castillo; así como, las calles zigzagueantes, cuestas y puentes.



Dentro de la ermita Nuestra Señora del Carmen, nos llevamos esta pequeña sorpresa: las limosnas en pesetas para encender las velitas. Pero esta adaptada a la nueva moneda y las velas se encienden con las monedas de céntimos de euro.

Para finalizar el día de hoy, la vuelta la hicimos por Cuevas del Becerro. Paramos en Ardales para tomar el cafelito y  comprar tortas, mantecados y roscos del lugar. Y seguimos rumbo a Alhaurín de la Torre.

Me gustaría despedirme destacando un aspecto importante de Setenil de las Bodegas:
Es un pueblo turístico y como  lo sabe lo demuestra abriendo  sus monumentos a ese turismo de interior que acude los fines de semana, incluso siendo fiesta local como era. Gracias a ello, visitamos la torre, la iglesias y las ermitas. En cambio, otros pueblos te venden su patrimonio y su oferta cultural y cuando llegas están cerrados y no puedes ver nada, después de hacer tantos kilómetros.

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